¡Muchas gracias por estar aquí en este viaje por México! El día de hoy vamos a
hablar de un edificio emblemático que contiene relatos muy interesantes y
simbólicos, desde sus cimientos hasta sus rincones más ocultos. En la actualidad
es un punto de encuentro que ofrece historia, poder y arte a todos sus visitantes.
Acudir al centro de la Ciudad de México y no conocer el Palacio Nacional puede
considerarse como un pecado. La relevancia de este edificio, además de su
grandiosa arquitectura, es que sus paredes de cantera han sido observadoras
presenciales de la historia de este país, y hoy vamos a ayudarlas a relatar un poco
de lo mucho que han testificado al paso de los años.
La cimentación del Palacio está construida sobre la estructura prehispánica de lo
que alguna vez fue la casa de Moctezuma Xocoyotzin. En 1521, el conquistador
español Hernán Cortés ordenó la edificación de un nuevo edificio que serviría
como su recinto privado, hasta que su hijo Martín decidió vender la propiedad a la
Corona real de España. Un dato notable es que el Palacio cuenta actualmente con
ventanas o fosas arqueológicas subterráneas, que dan testimonio de sus
cimientos prehispánicos.
En 1962, un incendio devastador ocurrido durante una protesta de indígenas y
ciudadanos enfurecidos por la hambruna, ocasionó la pérdida de innumerables
documentos y arte original. Muchas de las áreas del recinto fueron saqueadas y
más tarde destruidas por el fuego. Los trabajos de reconstrucción se iniciaron un
año más tarde y el Palacio fue desde entonces morada de reyes mexicanos,
virreyes y emperadores; sede de los tres poderes de la unión cuando se estableció
la República, y de presidentes de México, como Benito Juárez y el mandatario
actual, Andrés Manuel López Obrador.
A partir de la presidencia de Lázaro Cárdenas, el Palacio dejó de ser casa
presidencial para convertirse en sede oficial de algunas dependencias de
gobierno, así como de actos de protocolo y celebraciones tradicionales como el
Grito de celebración de la Independencia mexicana. Además, es espacio de
exposiciones permanentes, como las habitaciones de Benito Juárez, Benemérito
de las Américas. Durante tu visita, encontrarás varios salones cerrados en los que,
se dice, el mandatario fue iniciado masónicamente e incluso permaneció preso: el
recinto también resguarda algunos de sus muebles y artículos personales, y la
habitación donde murió.
Al llegar a esta soberbia edificación, su fachada te da la bienvenida con una
campana peculiar, la misma que dio el llamado al pueblo de Dolores para iniciar la
lucha de Independencia. Si continúas hacia el patio central, te toparás de frente
con la “Fuente del Pegaso”… Sí, leíste bien, ¡un pegaso!… Según la leyenda, la
colocación ahí de este ser mítico y tan ajeno a la cultura mexicana se basó en la
mitología griega de Perseo y Medusa, y su presencia requiere tres valores
fundamentales a cualquier gobernante o habitante del Palacio: valor (el mismo que
tuvo Perseo al enfrentar a la mujer con cabello de serpientes), inteligencia (como
la de Perseo al decapitar a Medusa a través del reflejo de su espada) y prudencia
(al nunca mirarla él a los ojos a pesar de sus deseos).
Después de vivir esta mítica experiencia, al voltear la mirada dentro del patio
central, encontrarás frente a ti la escalera que te recibe con el mural “México a
través de los siglos”, de Diego Rivera. En esa obra, el artista aglutinó su visión
histórica del pasado, presente y futuro, al plasmar sus reflexiones y críticas más
profundas. La intención del autor era cubrir con murales todos los arcos y pisos del
Palacio Nacional, pero dejó su obra inconclusa, pues falleció el 24 de noviembre
de 1957.
Y hablando de esta obra llena de crítica social, reflexión política, social y cultural,
¿qué te parece si en un futuro nos adentramos más a su significado y técnicas?
Créeme que estos aclamados murales llenos de colores e historia esperan ser
vistos, criticados y alabados dentro y fuera de las paredes del Palacio. Un capricho
que se le cumplió a Rivera, quien toda su vida estuvo lleno de contrastes,
genialidad y contradicciones. ¿Qué dices? ¿Nos atrevemos a conocerlo? Aunque
para eso tendrás que esperar a nuestro próximo encuentro. ¡Hasta pronto!
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